Año 2020, febrero.
Recién llegada de Milán con la sombra del COVID_19 empezando a planear sobre Europa comienzo a tener fuertes dolores de cabeza durante mas de 10 días, asustada y por recomendación sanitaria nos quedamos unos días en casa. En ese momento no había alarma en España, pude coordinar con mi equipo el trabajo y pasó con más pena que gloria.
Un mes después estalla la pandemia mundial, el Covid obliga a cerrar prácticamente todo el país, empezando por Madrid, mi centro de operaciones. Junto con mi pareja y mi perro comenzamos el aislamiento (de nuevo) en el centro de la ciudad.
Los primeros días van como la seda, él teletrabaja, yo tengo trabajo de oficina atrasado, limpiamos, cocinamos, bajamos al perro y estoy “entretenida” al teléfono con la gestoría preparando el cese de actividad y un ERTE para mi pequeña empresa, ya que no me queda más remedio los ingresos se reducen a 0 y la agenda de los meses siguientes se queda en blanco.
Comienzan los memes, la información desinformativa, los retos por redes sociales, las videollamadas a 3, a 5, a 8, a cualquier hora, la agenda completa con aplausos, ejercicio, tutoriales… pero sin saber de que voy a vivir a partir de ahora y con un panorama dantesco ahí fuera, colapsada la sanidad, las funerarias, la energía es abrumadoramente negra a mi alrededor y me desbordo..
Me desbordo de tal manera que no puedo hacer nada, ni mi trabajo atrasado, ni coger el teléfono, ni descansar y a los 2 días llegan los ataques de ansiedad y uno de pánico en la puerta del portal, no los veo venir y por tanto no los puedo evitar.
Soy optimista, pero optimista por naturaleza y esto «no lo tengo entrenado».
Empiezo a escuchar hacia dentro y a hacerme caso a mí y no a lo que se supone que tengo que hacer, me funciona apagar la televisión hasta por la tarde, leer, meterme a la cama al primer bostezo, meditar al levantarme y hacer una de mis adoradas listas cada día con los pequeños, muy pequeños objetivos del día. Me felicito si los acabo y pongo menos al día siguiente si no consigo terminar la lista un día. Todo es válido y todo esta bien; estamos en la lucha, nuestra misión de quedarnos en casa es también muy importante y empiezo aplaudir a las 20h también por los de casa, por los de dentro y por mí. (nota: no todos los días he aplaudido, esto también es opcional y válido)
Jamonlovers pone en marcha la iniciativa #quedateencasaconjamonlovers y yo le quiero terminar un video que empecé “antes de” y claro ahora no puedo. Tras tomar las riendas de mi situación con recursos profesionales; desecho el primero que explicaba los colores de los precintos y grabo una SESIÓN GUIADA DE MEDITACIÓN JAMONERA, adaptando algunas que he estado utilizando, que nos viene ni al pelo. La ayuda de Antonio Cano es definitiva, él nos presta su dehesa para viajar allí mentalmente.
Aquí tenéis el vídeo, poneos cómodos y disfrutad.
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